Una bonita experiencia Gracias a la lluvia

 

Nuestra primera Semana Santa pasada por agua fue el año pasado, cuando la lluvia no cesaba en nuestra Madrugada y, tras subir al altar arropado de su junta de gobierno y con la voz temblorosa y lágrimas en sus ojos, nos comunicaba nuestro Hermano Mayor que no íbamos a poder realizar la estación de penitencia por las calles de Cabra ya que no dejaba de llover y la amenaza de lluvia no cesaba. En ese momento, miré hacia los costaleros y observé cómo se abrazaban y se consolaban los unos a los otros con la emoción a flor de piel. Miré hacia el otro lado de la iglesia y los capuchones, hermanos y devotos que allí nos encontrábamos, se abrazan unos a otros emocionados. Lo que más me llamó la atención fue cómo una hermana de la cofradía sufría una crisis de ansiedad al ver que el Cristo por primera vez en muchos años, no podría realizar su estación de penitencia. Fue entonces cuando nuestro capataz, Julio, se acercó a la contraguía e intercambiaron un emotivo abrazo, dándose ánimo. Recuerdo esta frase: “Este año el Padre no ha querido salir”.

 

De pronto, la banda comenzó a tocar la marcha “madrugá” y los costaleros, sobre sus hombros y con el máximo cariño que en aquel momento sentían, trasladaron a Nuestro Titular a la nave central de la iglesia. Yo me encontraba sentada en la primera banca muy cerquita de Él y le miré a sus ojos que me transmitieron serenidad, mucha Humildad y Paciencia, esa paciencia que muchos de nosotros no tenemos, y que de Él debemos aprender. En ese momento no os puedo contar con palabras las emociones que sentí, creo que hasta me sonrió, o al menos así me lo pareció. Fue tan bonito y consolador lo que mi corazón descubrió, que volví a sentir amor, paz y alegría. Un mundo de sensaciones que reunidas en una sola palabra que creo que es la Fe, la cual hacía mucho tiempo que había desaparecido de mi vida por circunstancias trágicas. Ahora doy Gracias a Dios por volverme a dar la oportunidad de sentirle en mi corazón y cerca de mí. Padre, estaré a tus pies cada madrugada del Viernes Santo que Tú me lo permitas.

 

María de la Sierra Vilchez Maíz